¿Cómo funciona la insulina y para qué
sirve? Casi nada. Bueno, el ejemplo que yo suelo usar con mis pacientes y
en mis charlas es que la insulina es como "una división o un ejército de
serenos". Sí, como los más jóvenes no sabrán que es esto (yo mismo tampoco
lo he vivido), procedo ahora, por el mismo precio, a explicarlo sin más demora.
La de sereno era una profesión. Un "sereno" era un señor que en la
España de antes de los 60-70 tenía las llaves de todos los portales de la calle
o calles cuya iluminación (encendiendo y regulando las farolas de gas de la
época) y vigilancia le habían asignado. Tenían la misión/obligación de abrirle
el portal a la gente que volvía a sus casas por la tarde-noche antes de la hora
tope que se había establecido para ello por los poderes públicos, impidiendo
así que la gente se acumulara en la calle a horas intempestivas (para que no
causaran ruido, altercados u otras de las muchas actividades prohibidas en la
época a esas horas; si alguien volvía fuera de hora o dando signos de haberse
metido en problemas, se daba parte a quien correspondiera). En caso de
emergencia tocaban un silbato o pito para pedir ayuda (no sin demasiado éxito a
juzgar por el refrán inspirado en esto que dice "le tomaban por el pito
del sereno")... Bien, una vez pasado ese momento "Cuéntame",
seguimos avanzando.
Insulino-Mortadelo disfrazado de sereno, de nuestro gran Ibañez |
Placa oficial distintiva de un sereno |
Dos serenos uniformados de la época |
Cartel Anunciador de los serenos en Barcelona |
Las moléculas de insulina son como serenos cargados de
llaves que meten lo más rápido posible a los nutrientes derivados de digerir lo
que comemos dentro de los diversos tejidos corporales, para que no se acumulen
demasiado en la sangre. La sangre y los vasos sanguíneos serían las calles, los
tejidos corporales serían los portales de las casas, ¿Y que serían en este
ejemplo las personas sobre las que actúa la insulina-sereno? Pues los distintos
nutrientes: la glucosa y la fructosa (lo que queda tras digerir y absorber los
carbohidratos), los aminoácidos (lo que resulta de fragmentar y digerir las
proteínas) y el colesterol y los ácidos grasos (lo que obtenemos de fragmentar
y digerir las grasas, también llamadas lípidos). Sin embargo, en el ser humano, los distintos nutrientes
no necesitan por igual de la acción de la insulina para entrar en un tiempo
determinado en sus distintos depósitos naturales. Lo que necesita
obligatoriamente de la insulina para pasar de la sangre a los depósitos es la
glucosa y la fructosa (los azúcares), los aminoácidos necesitan en mucho menor
grado de la insulina para acabar entrando y la grasa aún la necesita menos.
Todos pasan primero que nada al hígado,
que es donde se decide en función de las necesidades del organismo en ese
momento a dónde se dirige luego cada uno. ¿Qué pasa en el hígado? Con los
azúcares se forma glucógeno hepático y, SIENDO LA CAPACIDAD DE RESERVA
ENERGÉTICA EN FORMA DE ESTE GLUCÓGENO MUY LIMITADA EN EL SER HUMANO, cuando ya no cabe más glucógeno en hígado,
el resto de azucares (de carbohidrato) se transforman en grasa y se mandan al
tejido graso (adipocitos), la reserva de energía por excelencia (que ésta
sí, esta es infinita) para que se almacenen allí como triglicéridos (por cierto
esta grasa que fabrica nuestro hígado a
partir de los carbohidratos es siempre grasa saturada, la misma que según nos
dice la dieta cardiosaludable imperante desde los años 70, es malísima para
nuestra salud cardiovascular; ¡Qué paradoja amigos!, huimos por ejemplo de
comer panceta como de la peste y luego, a partir de féculas, harinas, cereales
y azucares nuestro hígado fabrica... ¡esa misma grasa de la panceta!,... nunca
mejor dicho). ¿Y qué pasa con los otros nutrientes? ¿con los aminoácidos
(proteínas) y con el colesterol y los ácidos grasos? Obedecen a la insulina y
se meten en su tejido diana (las proteínas en el músculo, más cuanto más masa
muscular tengamos, y la grasa en el tejido graso),... pero para ello con muy
poca insulina basta. De hecho, en lo que se fija el cuerpo para fabricar insulina
es en los niveles de glucosa que hay en sangre, no en los de los otros
nutrientes. Para eso actúa, volviendo al ejemplo, como un sereno que se fijara
para hacer su trabajo sólo en aquellos viandantes nocturnos que tuviera
catalogados como conflictivos (serían los azucares), que sería a los que
urgiría meter cuanto antes en sus casas para que no se apelotonaran en la calle
dando problemas (los ciudadanos tranquilos y pacíficos, como las grasas y los
aminoácidos, no requieren apenas trabajo por parte de su sereno a la hora de
que entren en casa). Esos problemas, cuando es la glucosa la que se acumula en
sangre, se llaman Diabetes y para nuestro organismo es una prioridad evitarlo. Nuestro páncreas fabricará toda la insulina
que haga falta, toda, por mucha que esta sea, con tal de mantener a raya en
sangre las cifras de glucosa (entre 60 y 100 mg/dl en ayunas y hasta 140 mg/dl
en los periodos de digestión de comidas). Dicho de otro modo, la plantilla
de serenos depende exclusivamente de los azucares que lleguen, porque los
derivados de las proteínas y las grasas aunque obedecen al sereno en cuanto a
si salir o entrar a sus portales no precisan de que les abran con llave de
forma activa, sino que una vez les indican saben entran solos. Si comemos sólo
grasa no se elevan apenas nada nuestros niveles de insulina, si comemos
proteínas o carbohidratos sí, pero sólo si comemos estos últimos también se nos
eleva el nivel de glucosa en sangre (nivel de glucemia que se llamaría) y eso a nuestra insulina le pone de los nervios,...
sobre todo si la glucosa se acumula y sube muy rápido, porque se absorba muy
rápido, como ocurre cuando proviene de alimentos llamado carbohidratos de absorción rápida o de alto índice glucémico o porque
pase muy lenta de la sangre a los tejidos, porque estos sean resistentes a la
insulina, en cualquiera de los dos casos se acumularía y se acercaría a la
condición que llamamos diabetes (esa
resistencia a la insulina, en el ejemplo, es como si los serenos acudieran en
masa con sus llaves pero las cerraduras de los portales "fueran duras"
por ser de mala clase y no diera tiempo a abrir tanta puerta para tanta gente).
Por
si os lo estáis preguntado, la proteína sobrante se transforma en el hígado en
urea y se elimina luego por el riñón con la orina... y la grasa sobrante... no
existe. En fin, la grasa nunca es
"sobrante" para el homo sapiens desde que éste tuvo que adaptarse a
los periodos forzosos de ayuno que le supuso colonizar todo un planeta; pasó a
ser de grasa sobrante a grasa almacenable
para un futuro incierto (teoría del
genotipo ahorrador seleccionado por la evolución natural, que volveremos a
citar seguro más adelante). ¿Y azucares sobrantes?; no amigos, no si podemos
transformarlos en grasa que como he dicho nunca sobra (la forma de poder
almacenar grandes cantidades de carbohidrato para usarlo luego en un futuro)...
pero - diréis algunos de vosotros que seáis más avezados o simplemente médicos
también como yo- ¿Qué hay de una cosa llamada glucógeno muscular? ¿Acaso no es
eso una reserva de azucares al margen de la del hígado de la que también
disponemos?... En efecto, pero es también bastante limitada, aunque aumenta
cuando se hace ejercicio físico intenso de forma habitual y, una vez gastada,
tarda cerca de 48 h en reponerse del todo. El músculo de los carnívoros y omnívoros
(y el homo sapiens lo es desde que era "homo ergaster o erectus",
hace aproximadamente millón y medio de años) cuando trabaja de forma sostenida
en el tiempo (ejercicio aeróbico que suele llamarse) funciona mejor consumiendo
derivados de las grasas que consumiendo glucosa, con lo que esa pequeña reserva
de glucógeno muscular se piensa que es sólo para ejercicios muy intensos y por
tanto cortos en el tiempo (anaeróbicos)... adaptaciones,
adaptaciones y más adaptaciones,... es lo que tiene el empeñarse en sobrevivir
durante millones de años... y hacerlo encima sin comer ni siquiera a diario.
Pero
esa resistencia a la insulina, que a algunos desafortunados hoy los predispone
a engordar en el ambiente hipercalórico
actual, no existió siempre en el ser humano, no es uniforme en todos los
tejidos y no lo es por una razón,... casi
nada en la naturaleza es como es por casualidad. Aquí, como en una famosa serie
de TV que seguro acertaréis,... todo ocurre por una razón... y de esas
razones seguiremos hablando en el próximo post.
Próxima entrada... 7- “Insulinorresistencia; divino tesoro. Lo que
ahora parece enfermarnos en otro tiempo nos permitió sobrevivir” (2)
Es fascinante todo lo que explicas y se entiende perfectamente sin tener ni idea de medicina. Me he leído las 9 entradas de un tirón y no puedo cerrar la boca. Enhorabuena por el blog!. Si he entendido bien esta entrada, si mis hijos, que además tienen colesterol hereditario, no comen grasa saturada pero siguen dieta mediterránea basada en hidratos de carbono a mansalva ¿es posible que este sea el motivo de que no estén bajando su LDL? Pero... ¿como puedo saber si están gastando los azúcares que ingieren en su actividad diaria o si por el contrario son demasiados y pasan a formar grasa? Gracias!
ResponderEliminarContestaré primero si no te importa a la segunda pregunta (como Groucho Marx en "una noche en la ópera")... La glucosa derivada de las harinas (o almidón en general) que consuman diariamente se transformará en grasa siempre que pasen del límite de la reserva fisiológica de glucógeno de su hígado (a un adulto le caben ahí un máximo de 200-250 gr, a un niño menos de 150 gr); una vez saturada esa reserva el resto va a grasa, a triglicéridos, que irán primero a sangre y luego al michelín. Pero una sorpresiva salvedad, la fructosa (ya sea pura como en un zumo de fruta o un refresco dulce o ya sea en forma del 50% de la sacarosa o azúcar de mesa que diríamos) es el único azúcar que sólo puede metabolizarse en nuestro hígado (el resto de azúcares se pueden procesar en cualquier célula de nuestro organismo) y además se salta el filtro enzimático del hígado, de modo que se transforma en grasa aún cuando no tengamos saturada nuestra reserva hepática de glucógeno !!!
ResponderEliminarPor otra parte, la síntesis de los distintos tipos de colesterol (LDLc, IDLc y HDLc) depende del flujo de energía global de nuestro organismo (que a su vez se asocia al nivel de insulina en sangre) y del sentido en que circula esa energía, si va de la periferia hacia el hígado habrá una mayor proporción de HDLc y si es a la inversa predominará el LDLc. De hecho, de lo que está claro que apenas depende es de la cantidad de grasa que ingiramos. De todos modos, el tema del colesterol es complejo y merece otra entrada o incluso otra trilogía de entradas, para conseguir hacerme entender. Las haré a su debido tiempo. Paciencia y Fe !!
Y muchas gracias por tus palabras y por tu interés, Javier !!
ResponderEliminarTe felicito por tu blog,y te agradezco el tiempo que dedicas para que conozcamos un poco este tema, , a mi hja despues de cerca de dos años con la glucosa en sangre elevada le diagnosticaron diabetes tipo 2, nunca le hablaron de la importancia de llevar una dieta con menos hidratos de carbono, creo que si asi hubiera sido no estaria ahora tomando una pastiliita todos los dias, sin embargo pienso que con la alimentacion adecuada se podria dejar la medicacion ya que es disciplinada con la dieta y sus niveles de glucosa estan muy bien. Un saludo y enhorabuena por tu trabajo.
ResponderEliminarAsun, no dudes de que si tu hija cambia su alimentación y lo hace a favor de una que sea mas adecuada sus genes, es decir, una para la cual haya nacido, mejorará o incluso se curará su Diabetes tipo 2... casi nunca es demasiado tarde y en cualquier caso por probarlo no pierdes absolutamente nada... recuerda que los hidratos de carbono a los que primero nos adaptamos en nuestra escala evolutiva son muy fáciles de reconocer, pues son aquellos que existen en la naturaleza sin precisar de modificación alguna para poder digerirlos, son las verduras (las comemos desde que éramos primates), la fruta (desde que nos hicimos simios frugívoros) y los tubérculos (desde que tuvimos que hacernos recolectores en épocas de carestía)...pero también las garnades olvidadas hoy día, las vísceras de animales como el hígado de cordero que tanto nos daban de pequeños en este nuestro país (las comemos desde que nos hicimos carnívoros, primero como carroñeros y luego como cazadores) ya que éstas almacenan el glucógeno que estos animales acumulan a su vez al comer vegetales.
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